¿Demasiado bueno (o malo) para ser verdad? Tres pasos para prevenir la desinformación

No todo lo que nos llega por las redes es verdad; prevenir la desinformación es también importante para nuestra seguridad. Las exageraciones, bulos y mentiras no sólo nos pueden llevar a caer en estafas, sino hasta poner en riesgo nuestra seguridad física o la de nuestras propiedades.

La mentira tiene muchos nombres: fake news, bulos, camelos, trolas, cancamusa, leyendas urbanas, etcétera. La gente miente. A veces por comodidad o ventajismo, a veces por afán de protagonismo y, a veces, con la intención real de hacer daño. E Internet y, especialmente, las redes sociales, son campo abonado para que estas mentiras se difundan con más rapidez, permanezcan más tiempo y provoquen mayores averías. Las noticias falsas no sólo crean alarma social y enrarecen el ambiente, sino que también pueden hacernos más vulnerables a estafas, a ser manipulados por terceros e, incluso a provocarnos daños físicos, en el caso de los bulos relacionados con la salud, por ejemplo.

Así pues, ¿cómo distinguir la verdad de la mentira? Aunque no hay métodos infalibles para que no nos la den con queso, sí que hay una serie de pistas y de trucos que nos ayudarán a afinar nuestro criterio y a detectar bulos como el mejor de los “factcheckers”.

prevenir la desinformacion

Fake news y desinformación: ¡apunta y dispara!

1: Escepticismo como primera línea de defensa

Lo primero que tenemos que hacer cuando alguien nos mande cualquier tipo de información es no creerla de primeras. Sobre todo, si es especialmente llamativa. Aquí hay algunos signos que nos pueden poner sobre aviso.

Desconfía de las imágenes y capturas de pantalla. La forma más habitual de la difusión de bulos es a través de imágenes. Muchas veces son fotografías o vídeos manipulados, fuera de contexto, memes o supuestas capturas de pantalla que muestran supuestos titulares de medios prestigiosos.

Si nos gusta demasiado o nos indigna en exceso, posiblemente sea falso. Las noticias falsas usan nuestros sesgos para reproducirse. Si desconfiamos del Gobierno, nos venderán una gran conspiración, si admiramos a alguien, nos intentarán colar un hecho heroico o trágico de la estrella a la que seguimos. Si estamos enfermos (o alguien de nuestra familia), nos venderán algún remedio milagroso, contra el que hay supuestas conspiraciones en contra. Cuando algo sea demasiado bonito (o feo) para ser verdad, es bastante posible que no sea real.

Da igual quién lo publique o quién te lo mande, si no es un medio de prestigio, desconfía. Hay una vieja frase en el periodismo que dice: “si tu madre te dice que te quiere, compruébalo”. Así que, por mucho queramos a la persona que nos lo mande, o por mucho que nos guste su perfil en redes sociales, esa persona es igual de vulnerable que nosotros a los engaños. Y a todos nos la pueden colar alguna vez. Cuando una noticia es verdaderamente importante aparece en los medios más veteranos y establecidos, sea cual sea su tendencia ideológica, y en las agencias de noticias. Y no, una página de Facebook o un canal de YouTube no son “un medio” por sí mismas.

Las afirmaciones extraordinarias requieren de pruebas extraordinarias. Las noticias falsas suelen relatar cosas poco comunes, pero no dan más detalles, ni ofrecen pruebas de lo que dicen. Como mucho aluden a “expertos”, “medios internacionales” o se inventan directamente a personas con autoridad como supuestos premios Nobel o expertos inexistentes.

2: Comprobar para protegerse

Si mantener un sano escepticismo nos ha “vacunado” de caer en un bulo, lo siguiente que tenemos que hacer es comprobar lo que nos han enviado, en caso de que nos parezca tan interesante que merezca la pena hacerlo.

-Usa los buscadores para defenderte: A veces, sólo para comprobar si el titular de lo que nos han mandado es cierto o no, no hay más que introducir ese mismo titular en nuestro buscador favorito. Si no lo vemos o vemos que ni siquiera aparece en el medio de comunicación al que se le atribuye, es falsa.

También puedes buscar las fotos (y es muy útil). Más de una vez se ha enviado una fotografía que nos puede parecer muy real, pero que puede ser de hace años o que incluso puede ser de un país diferente al que hace referencia la “noticia” que nos ha llegado. Hay varios servicios de búsqueda que permiten buscar por imagen, en lugar de mediante texto, siendo Google Imágenes el más famoso de ellos. Con ellos es fácil comprobar si las fotos o memes que te mandan se corresponden realmente con lo que dicen representar.

Consulta a los verificadores. Existen diferentes servicios de verificación de noticias y de desmentido de bulos, como EFE Verifica (Agencia EFE), Maldito Bulo o la veterana web Snopes (en inglés). Ahí no sólo te dirán si lo que te ha llegado es verdadero o falso, sino que además te explicarán por qué.

3: No contribuyas a la desinformación

Una vez que hemos visto si lo que nos llega es verdadero o falso, toca lo más importante: no dejar que se reproduzca. No reenvíes los bulos, ni aunque tengas la intención de desmentirlos o lo hagas para ridiculizarlos. La mejor manera de replicar a una mentira es impidiendo que prolifere. Si la reproduces, por buena que sea tu intención, contribuyes a “engordarla” frente al algoritmo de las redes sociales y que sea más probable que el bulo llegue otras personas.

Si crees que debes advertir a la persona o al grupo de personas que te han mandado la información de que es falsa, hazlo con educación, respeto y sólo si crees que la otra persona va a estar dispuesta a escucharte. Las polémicas estériles no sólo nos pueden alejar de personas a las que apreciamos, sino que también ayudan a dar visibilidad a la noticia falsa y alimentan las fantasías de conspiración de las personas que creen en ello. Desmentir un bulo ridiculizando a la persona que te lo ha hecho llegar sólo provoca que se pueda reafirmar en la noticia falsa. No vas a convencer a nadie si le haces sentir como un tonto. Y si dudas acerca de si responder o no, recuerda que la mejor respuesta que le podemos dar a un bulo es: ninguna.