Ciberseguridad y distribución cinematográfica

Querido Sancho…

No es oro todo lo que brilla en la industria cinematográfica, sobre todo para quienes desean irrumpir en ella. Ya sea por la falta de contactos o por falta de oportunidades, cualquier ocasión reluce como el metal precioso.

El principal trabajo constante y estable en el cine se da en los departamentos de producción o aquellos relacionados con la administración de las entidades que producen, distribuyen y exhiben películas. Para quienes rehúyen de este tipo de trabajos, es decir, el equipo técnico y artístico, buscar estabilidad resulta complicado. Por lo tanto, cualquier ventana que dé a conocer su trabajo es mejor que ninguna.

Hay multitud de entradas en los blogs de cineastas o de medios vinculados a la industria alertando de una praxis fraudulenta que se aprovecha de cineastas emergentes. El iceberg del negocio de festivales fraudulentos es profundo y daría, como mínimo, para un documental. Aun así, la cima de este coloso se inicia en internet, y hay prácticas muy reconocibles que se pueden detectar, alertar y denunciar.

Un viaje inesperado

Supongamos que queremos crear un festival de cine. Interés no faltaría, porque siempre habría talento emergente y/o cineastas que busquen un espacio donde dar a conocer su trabajo y, también, un público curioso por ver películas con el equipo presente. Para albergar todo esto, necesitaríamos uno o varios espacios donde poder proyectar los metrajes y organizar eventos como encuentros de la industria, talleres, o incluso comidas y cenas. Para cubrir esos costes, necesitamos un fondo o el interés de varias entidades que provean de los medios a cambio de un beneficio directo (cobrarnos el alquiler de los espacios) o indirecto (cobrando entradas al público). La publicidad es un buen método de financiación porque a los patrocinadores se les ofrece la oportunidad de ver su marca al lado de asistentes de renombre o beneficiarse de la atención del público asistente. En fin, son muchas las opciones a nuestro alcance.

Adicionalmente, existe la opción de cobrar una tasa a modo de solicitud para que una película sea considerada como competidora en un festival. Hay argumentos tanto a favor como en contra del uso de estos pagos. Por una parte, hay quienes dicen que favorece un sesgo de clase entre aquellas personas con pocos recursos y aquellas que pueden recaudar esos fondos para mitigar esos costes. Y, por otra, hay quienes justifican su uso alegando que lo recaudado se destina al mantenimiento del festival, su plantilla, entre otros. Pero, de lo que no se trata, en ningún caso, es de una garantía de acceso al festival.

Por lo general, los festivales recurren a intermediarios para gestionar la recepción de los metrajes. Esto quiere decir que, si en la época de las tecnologías analógicas los festivales recibían y almacenaban las bobinas con las copias de las películas que aspiraban a competir, hoy en día, en la era digital, todo ese trabajo de almacenaje se delega a una plataforma externa que, a cambio, pide un porcentaje de las tasas. Algunas de estas plataformas son Festhome, FilmFreeway, o Movibeta. FilmFreeway es una de las más populares, no exenta de cierta polémica, llegando a cobrar un 6% de la tasa o un 3% si tienes una cuenta preferente o “preferred pricing plan”. Pero su fama no le viene por su comisión, sino por los escasos medios de verificación de una cuenta creada en su plataforma. Un vídeo publicado en el canal de Youtube de Brickwall Pictures sobre el fraude y declive del Festival de cine de Oaxaca, aborda el asunto.

Pero, si se profundiza el análisis, se puede encontrar el estudio realizado en el 2013 por Stephen Fellows, investigador y productor, que cifraba en 3.000 los festivales de cine en activo. Solamente en FilmFreeway se registraron, ese mismo año, un total de 8.000.

Y es que, desafortunadamente, no hay suficientes datos para evaluar la tendencia en esta clase de estafas o fraudes; parece oportuno plantear algunos conceptos y consejos que puedan ayudar en la prevención de estafas a través de las plataformas.

Lo primero es diferenciar a los festivales falsos de los pseudo-festivales:

  • Los festivales falsos son eventos fraudulentos que no existen. Cobran las tasas de inscripción y, luego, desaparecen.
  • Un pseudo-festival se asemeja bastante a uno falso con la diferencia de que, a menudo, se presentan como festivales más grandes de lo que son. A diferencia de los falsos, dotan al evento de un mínimo de organización, pero deficiente en la calidad profesional y artística de sus contenidos. Al igual que el anterior, su misión es lucrarse con las tasas de inscripción y las entradas a otras actividades que ellos mismos organizan. Como es de esperar, el coste de estos eventos recae en sus invitados con el abono de una entrada.

Pese a sus diferencias, ambos comparten una serie de rasgos comunes:

Ubicación:

  • Emplazamientos genéricos o prestigiosos. La mayoría de las grandes ciudades cuentan con festivales de cine. Y, por muy nuevos y legítimos que parezcan, hay que sospechar de aquellos que se dicen “nacionales” o se celebran en emplazamientos reconocidos.
  • Su domicilio fiscal está el extranjero: uno de los objetivos de un festival de cine es promocionar la ciudad en la que se realiza. Por lo tanto, si su domicilio no es local, no es un buen indicio.

Actividades:

  • No hay proyecciones abiertas al público: si un evento tiene proyecciones cerradas al público, no es un festival de cine. Asimismo, en una plataforma tipo FilmFreeway, debe evitarse aquellos festivales que aparezcan en las categorías de “Sólo premios”, “Sólo las películas ganadoras se proyectarán públicamente” o “Sólo realizado de modo online”.
  • No hay folleto/catálogo del programa del festival.

Estructura corporativa:

  • Mismos organizadores: Si un festival con sedes en varios países lo dirigen los mismos organizadores en todo el mundo, puede que se trate de una estafa.
  • Escasa información de contacto. Si la página web del festival carece de datos de contacto del organizador, es motivo de sospecha.
  • Ausencia de patrocinadores o patrocinadores falsos. No todos los festivales tienen la suerte de contar con grandes patrocinadores, pero la mayoría de ellos suele relacionarse con empresas legítimas y organizaciones de la industria cinematográfica que conozcas o puedas verificar. Pero, ojo, algunos festivales fraudulentos incluirán patrocinadores falsos.
  • Siglas sospechosas: Fijarse bien en el nombre del festival ahorra disgustos. Las palabras “Independent”, “International”, o incluso alguna consonante adicional en las siglas de un festival que tenga un nombre semejante a un festival más grande, son argumentos para la desconfianza.

El factor económico:

  • Tasas de inscripción altas. No es extraño que las tasas de un festival sean caras, pero sí lo es cuando el festival es poco conocido. Hay festivales que no requieren de una tarifa de entrada e incluso los mejores festivales, como el conocido festival de Sundance, no cobran tasas superiores a los 100$
  • Hay que pagar por los trofeos. Muy sencillo, no hay que pagar por los premios.
  • Los cineastas tienen que pagar sus gastos de viaje. Es cierto que no todos los festivales pueden permitirse pagar los gastos de viaje de los cineastas, pero la mayoría de los legítimos cubrirán un porcentaje de los gastos de alojamiento o del transporte.

Premios y trofeos:

  • Demasiadas categorías de premios. Un festival legítimo tiene un conjunto limitado de premios. Y tiene su lógica, porque, si hay una multitud de premios y categorías aleatorias e indistintas, ¿qué mérito tiene ganar uno?
  • Poca información sobre las películas seleccionadas. Si la única información que se ofrece es una vaga descripción en un inglés deficiente, hay que sospechar. Ante la duda, siempre se puede cotejar la información con alguien que domine mejor el idioma.
  • No hay una lista verificada de ganadores. Si un festival fraudulento está tratando de falsificar su historial, es posible que publique una lista de películas falsas que han ganado premios en “ediciones” anteriores. Cualquier película que haya sido lo suficientemente buena como para ganar un premio tendrá una presencia mínima on-line como prueba de su existencia (una página de Facebook, un sitio web, créditos en IMDB o un tráiler en Youtube o Vimeo).
  • Los premios se limitan a un diploma.

Extraños criterios de selección de material:

  • Escasa información acerca de los criterios de selección. La falta de detalles acerca del proceso de selección y de la composición del jurado es un mal indicio.
  • Convocatorias largas. Una convocatoria suele durar entre unos 3 y 7 meses, llegando a terminar un par de meses antes del inicio del festival. Este periodo le sirve al equipo de programación para ver y deliberar qué películas serán seleccionadas, y planificar los eventos. Operar con una convocatoria abierta todo el año puede ser una señal de festivales diseñados para enriquecerse mediante tasas de inscripción.
  • Se aceptan todas las películas que paguen la tasa de inscripción.

Presencia on-line sospechosa:

  • Sitio web y RR.SS desactualizadas. Un festival legítimo actualizará periódicamente su presencia digital ya que, para ello, contará con un equipo de marketing digital.
  • Correos urgentes y aduladores: Son los más fáciles de identificar ya que se tratan de correos de tipo Phishing. La estrategia más usada es redirigir a la víctima a un perfil en una plataforma intermediaria, ofreciéndole un descuento en la tasa de inscripción. Suelen ser correos aduladores con la víctima y van acompañados de un mensaje urgente, como por ejemplo un periodo limitado en el descuento de la tasa. Además, van firmados por la dirección del festival con un nombre sin apellido.

A continuación, podéis ver un ejemplo

Traducción: “Querido Mike. Espero que estés bien. Me llamo Emmy, yo soy la directora de Star International Film Festival. Me interesé mucho por tus trabajos, y quería invitarte a que te convirtieras en un participante en las nominaciones de mi festival. Te sugiero que te familiarices con mi festival. Confío en que encuentres una nominación que mejor se adecue para tu trabajo. Estaré muy feliz de cooperar. Estaré atenta a tu respuesta. Mejores saludos, Emmy”

Este texto no está mal traducido ni se ha hecho con un traductor online. Es lo que pone en el correo.

Recomendaciones

Lo mejor que se puede hacer en estos casos es:

  1. Investigar y verificar cada festival antes de solicitar la participación.
  2. Limitar entregas y centrarse en festivales conocidos (sin importar el tamaño).
  3. Usar el sentido común. Si hay algo que no parezca convincente, se debe investigar.
  4. Pensar dos veces antes de postular. Hay que priorizar las oportunidades a las fechas límite.
  5. Denunciar los festivales fraudulentos ante las plataformas que usan para publicitarse.

Como añadido, existe The Dubious Film Festival Form, una lista actualizada de manera periódica en la plataforma submittingtofilmfestivals.org con nombres y características de festivales fraudulentos. Aquí puede encontrarse la lista del mes de Noviembre del 2023.

La distribución, aunque sea laberíntica e incierta, es un proceso necesario para la vida de un metraje (bien sea corto o largo). Así mismo, el proceso de acudir a un festival con un proyecto seleccionado para competir es un momento que llega tarde o temprano y para el cual hay que tener paciencia. No hay garantía de que el proyecto que se postule llegue a seleccionarse, pero sí se puede garantizar un mejor uso de los medios digitales siendo conscientes de sus riesgos.

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