¡Cuánto queda por hacer!

Cuando uno acostumbra a leer e incluso a escribir sobre los temas que tratamos habitualmente en este blog, parece que las reglas más elementales sobre privacidad y seguridad en los ordenadores van a ser del dominio público, que todo el mundo va a estar al tanto de los riesgos o amenazas que circulan por Internet.

Pero nada más lejos de la realidad y lo he podido constatar durante estos días de vacaciones en los que he variado algo mi círculo de amigos y he conversado con algunos de ellos sobre las nuevas tecnologías que a todos nos rodean.

Podría decir que no he encontrado ninguna persona suficientemente formada o medianamente conocedora de los riesgos que corren nuestros hijos al extender sus lazos de amistad a través de las redes sociales. Todos ellos se consideran inmigrantes digitales, pero no por ello deberían ser “ignorantes digitales”, y digo esto en el mejor de los sentidos, sin su acepción peyorativa, simplemente “ignoran” muchas cosas que deberían conocer.

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