Siempre conectados

Uno de los pilares de la revolución digital en la que vivimos es la hiperconectividad aportaron los smartphones. Si hasta ese momento necesitábamos un ordenador con ADSL para poder acceder a internet, desde la irrupción del iPhone, en junio de 2007, estamos permanentemente conectados.

Después la conexión se ha ido extendiendo a multitud de dispositivos: televisores, cámaras, sensores, actuadores, altavoces, videoporteros, neveras, lavadoras, e incluso comederos para mascotas.

En este contexto, el marketing también hizo su trabajo y bautizó a todos estos dispositivos como “inteligentes”. Pero, ¿es suficiente estar conectado para ser inteligente?

Dispositivos “inteligentes”

Cuando nos referimos a un dispositivo como inteligente, hacemos referencia siempre a que está conectado a internet y accesible desde nuestro Smartphone.

De esa forma, podemos aplicar nuestra inteligencia al control de dispositivo. Podemos controlarlos o programarlo remotamente, en cualquier momento. La inteligencia de estos dispositivos no reside en ellos, sino en nosotros y en el uso que hacemos de ellos. Como los configuramos y les damos órdenes para que nos hagan nuestra vida más confortable. Podemos programar nuestro sistema para que a las 20:00h enciende las luces, o encender desde la app del dispositivo la calefacción al salir del trabajo, para que al llegar a casa el ambiente sea más confortable. Incluso podemos darle órdenes directas: “Alexa, enciende la luz del salón”. Las decisiones las establecemos nosotros, y el sistema sólo reacciona.

Existen multitud de situaciones y varios niveles de complejidad a la hora de construir un hogar digital y conectado, pero por norma general, cuánto mayor complejidad deseemos, mayor esfuerzo deberemos hacer a la hora de programar, configurar, y pensar situaciones para que nuestro sistema haga algo que nos resulte provechoso.

Pero somos nosotros quienes estamos poniendo toda la inteligencia, mientras que nuestros dispositivos reaccionan a nuestra voluntad.

El hogar inteligente

Sin embargo, gracias a Soffie, es posible un hogar verdaderamente inteligente. Un hogar inteligente, que no solo responde a nuestras órdenes, o ante condiciones concretas, sino que es un hogar activo y proactivo, que sabe cuáles son nuestras necesidades y se anticipa a ellas, que interpreta el entorno y nos ayuda a disfrutar de una mejor calidad de vida, una mayor seguridad y que vela por el bienestar de toda nuestra familia.

Soffie va a utilizar los dispositivos conectados compatibles para añadir una capa de inteligencia. Nuestro hogar inteligente va a estar atento a nuestras costumbres, las va a conocer y se va a adaptar a ellas sin que nosotros hagamos nada especial.

Nuestra intervención debe ser mínima y debe ser él el que se preocupe de entender las rutinas domésticas, y de estar preparado para actuar cuando ocurra alguna anomalía.

Por supuesto, con Soffie también estará conectada, pero a diferencia de los dispositivos que esperan nuestras órdenes, Soffie nos informará de las cosas relevantes que ocurran en nuestro hogar.

Y, además, seguro

Además, cuando hablamos de hogar, hablamos de seguridad, necesariamente. La sensación de seguridad que nos proporcionan las paredes de nuestra casa forma parte fundamental de nuestro bienestar.

Es necesario que nuestro hogar inteligente, con una nueva puerta abierta a internet, sea igual de seguro que nuestro hogar convencional.

Soffie, hace uso de las tecnologías necesarias para que todas sus comunicaciones sean seguras y además también está atenta a nuestra ciberseguridad y la de nuestros dispositivos.

Soffie es la primera solución de hogar inteligente que podemos encontrar. Con unos pasos básicos de instalación, Soffie podrá empezar a conocer tus rutinas y a adaptarse a tus necesidades y empezará a velar por ti y tus seres queridos discretamente, para estar lista siempre que lo necesites.