Secuestros virtuales

Recientemente hemos visto como en medios generalistas comienza a hablarse del concepto de secuestro virtual, una estafa que va a más y que puede afectar a cualquiera de nosotros.

Lo primero que hay que saber es que un secuestro virtual no es un secuestro. Es decir, no hay nadie secuestrado, aunque el delincuente trate de hacernos creer lo contrario.

Un secuestro virtual es una estafa en la que la víctima recibe una llamada en la que se le asegura que han secuestrado a un familiar suyo, y se le pide a cambio un rescate económico. Sin embargo, no existe tal secuestro, ya que la víctima está a menudo escogida al azar y la información del rehén está extraída de redes sociales u obtenida en de la propia víctima.

Las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado están informando sobre la forma de actuar de estos delincuentes, para poder identificarlos mejor:

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Su buzón está casi lleno y fuera de fecha. Campaña que intenta robarte el correo electrónico

Un nuevo intento de robo de cuentas de correo electrónico está circulando por Internet. En esta ocasión, el mensaje que nos llega a nuestro buzón para llamarnos la atención tiene como asunto:

Última advertencia!!! Actualización para garantizar su cuenta de correo electrónico”.

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El engañabobos

El engañabobosFotos de gente en Punta Cana, en el puente del amor de París, en playas paradisiacas y en restaurantes con encanto. Qué cansados estamos de verlas y qué envidia nos suele dar. A más de uno  nos gustaría pasarnos el verano dando la vuelta al mundo probando manjares exóticos y viviendo experiencias que parecen ser irrepetibles. Muchas publicaciones vemos en las redes sociales, sí, pero… ¿Tenemos la certeza de que son verdad? Lo cierto es, que hay hoy en día demasiadas diría yo, maneras de distorsionar la realidad.

Un claro ejemplo es el experimento realizado recientemente por Zilla Van Dem Born, una holandesa de 25 años que ha dejado no sólo a su familia, sino al mundo entero asombrados con su fingido viaje de 40 días por el sudeste asiático. Y es que, ¿A quién se le ocurriría pensar que después de llevar a tu hija hasta el aeropuerto, ella regresará a su casa para pasarse las siguientes tres semanas cara a una pantalla?  Suena ilógico, pero así fue.

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