Para proteger a los menores de los peligros de Internet no es necesario prohibirles utilizarlo. Concienciar y enseñar es la mejor opción.
Como padres o educadores, es nuestra obligación proteger a los menores de los riesgos de Internet. Muchas personas piensan que prohibirles el acceso a los dispositivos o redes sociales es la solución. Sin embargo, cuando elegimos este camino, no solo estamos alimentando sus ansias de explorar Internet, sino que ademas los estamos aislando socialmente.
Hay que tener en cuenta que la forma de relacionarse de los niños y adolescentes ha cambiado mucho desde que nosotros íbamos al colegio. Hoy en día los juegos de patio van a menudo acompañados por una consola portátil, y las quedadas en el portal de casa o las interminables llamadas telefónicas por el fijo han pasado a ser chats en Whatsapp o Redes Sociales.
Por otra parte, lo de hacer nuevos amigos ya no es tanto cosa de campamentos de verano o salidas al parque, sino más bien hacer follow a potenciales amigos en redes sociales o compartir partidas online.
Cuando les quitamos el acceso a las tecnologías les estamos privando de la necesidad de relacionarse con otras personas de su edad.
Protege a tus hijos en Internet orientándoles desde el principio
Si hablamos de niños pequeños, protegerlos resultará mucho más fácil, ya que podemos orientarles desde el principio. Podremos ayudarles paso a paso a utilizar Internet de forma segura.
Jugando con ellos, les enseñaremos que las páginas que empiezan por https son más seguras, porque la S indica que todo lo que hacen en esa página no lo puede robar un malo. Si es http tienen que tener cuidado, porque los datos que están poniendo en la página los puede leer otra persona. Así, se fijarán en eso cuando naveguen por Internet y evitarán páginas falsas en las que se pretende robar información.
También podremos enseñarles a crear contraseñas robustas. Mayores de 8 caracteres, con mayúsculas, minúsculas, números y símbolos intercalados. Un juego divertido será animarles a que piensen en su personaje favorito, pongamos que nos dicen que es Elsa. Les diremos que su contraseña va a ser “Elsa, la princesa de hielo” y que vamos a convertir esa frase tan fácil de recordar en una contraseña segura.
Cambiaremos las letras E por números 3, porque se parecen mucho. Las letras A, por números 4 o almohadillas (#), animándoles a participar pensando qué letras pueden cambiarse por qué números o qué símbolos. Al final, debería habernos quedado algo como esto: “3l$4L#Pr1nc€s4DH13l0”. Sería una contraseña muy segura, que ellos recordarían porque lleva su propio código.
Protege a los adolescentes mostrándoles los riesgos
Con los adolescentes quizá ya no funcionen los juegos de aprendizaje, pero debemos hacerles entender que si están utilizando Internet o juegos online sin supervisión es porque se confía en ellos.
La confianza es un factor clave a la hora de que nuestros hijos nos pidan ayuda si detectan algo sospechoso o si son víctimas de ciberbullyng o grooming. Y para mantenerla, lo ideal es mostrarle a los jóvenes que no somos unos dinosaurios que están fuera de Internet, sino que estamos al día y podemos ayudarles ante cualquier problema.
Para esto no tenemos que vestirnos como ellos o seguir los retos de moda de TikTok. Simplemente debemos investigar para saber cómo funcionan las aplicaciones o redes que utilizan y entender los riesgos a los que se enfrentan. Así, podemos ofrecerles consejos de seguridad apoyándonos en posibilidades. Por ejemplo: si ellos entienden que si suben un vídeo de forma pública con un hashtag popular, podría llegar a los ojos de las personas que menos se lo esperan, no solo hacia las personas que quieren que les sigan para ser ‘populares’ en las redes. De este modo les animaríamos a privatizar sus perfiles.
Para que conecten solo con personas que conocen físicamente y aprendan a diferenciar a un “amigo” de un “seguidor”, se les pueden mostrar vídeos como éste y contarle que esto ocurre más a menudo de lo que creen:
En definitiva, lo mejor para proteger a nuestros hijos es no tener miedo a Internet y a sus posibilidades. Al fin y al cabo, simplemente es un entorno nuevo, con sus riesgos y sus ventajas, igual que el mundo físico en el que nos hemos criado nosotros. Ha cambiado la forma en la que nuestros hijos ‘conectan’ con otras personas, pero los consejos siguen siendo los mismos.