Desde que aparecieron los primeros teléfonos móviles hemos podido almacenar en ellos nuestros contactos. Al principio solo podíamos guardar esta información en la tarjeta SIM que la compañía telefónica nos proporciona para poder utilizar el móvil. Si cambiábamos de dispositivo, solo teníamos que mantener la SIM y los contactos permanecerían con nosotros.
Pronto apareció la posibilidad de guardar los contactos también en la memoria del teléfono, lo que permitía añadir información como la foto o fecha de cumpleaños. Y aquí es donde aparecieron los primeros problemas, el traslado de datos a otro terminal solo era posible a través de un ordenador y no siempre, pues dependía de los modelos y marcas de los teléfonos.