Lo publicamos en dos entregas, esperamos que os guste…
Berto se sentó ante el ordenador. Estaba cansado. La ducha había sido reparadora, pero doce días embarcado, con dos inmersiones diarias, terminaba siendo una paliza. Le gustaba lo que hacía. No hubiera dedicado su vida a tarea distinta en ningún caso, pero la preparación física la tenía descuidada, y sin embargo era vital para un biólogo marino que, como él, tenía el laboratorio en la profundidad de los océanos.
Volvió a prometerse a sí mismo que hasta la siguiente expedición trabajaría el gimnasio seriamente; luego, suspirando ante el disgusto que aquello le producía, encendió su pc. Era una tarea casi mecánica, al regresar a casa, entrar en el mundo de las telecomunicaciones para buscar referencias al hombre de los calcetines amarillos. Controlaba cada nueva entrada producida y también los desplazamientos que sufrían las que ya conocía. En ocasiones comprobaba, con satisfacción, que alguna de ellas, ante su insistencia, había terminado por desaparecer.


Tanto ha sido así, que pocas horas después ya se habían producido 
Las aplicaciones de moda de los dispositivos móviles conectados a Internet, smartphones y tablets, cambian y evolucionan a gran velocidad. Durante el pasado año ha crecido enormemente el uso de Instagram, red social basada en el envío de imágenes que se ha popularizado especialmente entre los más jóvenes. Así que, no es de extrañar que algunas personas se pregunten sobre los riesgos que conlleva esta nueva versión de red social.


