Una profesional de la concienciación en ciberseguridad bajo la atenta mirada de los estudiantes de la Comunidad Valenciana

ciberseguridad

Mirada retrospectiva

Cuando cursé mis estudios de Criminología, nunca pensé que me dedicaría a hacer sesiones de ciberseguridad para multitudes de niños o preadolescentes. Honestamente, me imaginaba en varios posibles escenarios, pero… ¿con niños? ¡Ni se me hubiera ocurrido!

Es más, los niños me parecían un territorio desconocido que, reconozco, me asustaba un poco. Ellos, al contrario que un adulto, no disimulan su aburrimiento, o su falta de interés, o sus ganas de buscarte las cosquillas. Son criaturas realmente sorprendentes con las que yo apenas había tenido contacto (si cabe, desde que yo misma era uno de ellos).

Con este panorama, no sabía cómo me desenvolvería e interactuaría con ellos, cuáles serían sus reacciones y cómo podría gestionarlas.

Las sesiones

La sala está preparada. Mi compañero y yo esperamos pacientemente a que lleguen ellos: nuestros espectadores, nuestros participantes, los alumnos.

Una vez sentados, hago contacto visual con ellos: unos están distraídos, otros intrigados y otros aburridos. Algunos me miran preguntándose si estoy allí para llamarles la atención o para prohibirles utilizar el móvil o las redes sociales.

Inspiro y expiro. Siempre siento una pequeña burbuja de nervios antes de comenzar.

Cuando doy paso al inicio de la sesión y formulo la pregunta ¿Qué es la ciberseguridad?  se levantan algunas manos (unas tímidas, otras insistentes) y la burbujita se rompe. Estos primeros alumnos serán los que participen habitualmente a lo largo de toda la sesión. El resto se mantiene en la retaguardia.

La charla sigue su curso natural. Los alumnos van animándose cada vez más y participan, ríen, se sorprenden, contestan preguntas, comentan anécdotas y aplauden. Mantener su ritmo es todo un reto.

Llega un punto en el que, si no se controla la sesión y el hilo argumental, me arriesgo a perder el objetivo y hacerlo desaparecer entre los temas favoritos de los menores: videojuegos, redes sociales y hackers. Porque ellos, como es natural, quieren llevarte a su terreno.

Pero ese manejo de la situación se gestiona exitosamente si mantengo mi posición y, también, si me apoyo en mi compañero que desempeña el rol de hacker; como aliado en la sesión, juega un papel indispensable en el desarrollo y consecución del objetivo de la misma.

La charla va llegando a su fin. Cuando consigo, como última meta, que todos los alumnos digan al unísono el número de la ciberseguridad, el 017, sé que he cumplido mi misión.

Sonrío y ellos sonríen. Hay alboroto. Me despido de ellos con alegría por haberles enseñado algo, pero también por haber aprendido de ellos. Porque también tienen mucho que contar: son la parte más viva y dinámica de la sociedad.

¿Resumen de la sesión? Todo un éxito.

Impresiones

Todas las sesiones tienen el mismo objetivo, pero ninguna es igual que la anterior. Nunca sabes qué tipo de alumnos te vas a encontrar, pero, sin embargo, las dinámicas con ellos son parecidas. El nivel de conocimientos en ciberseguridad depende, en gran medida, de la propia personalidad del menor, de su familia, del centro de estudios y, en general, de su entorno social.

Todos están familiarizados con el uso de las redes sociales, videojuegos e internet. Son hábiles en este terreno porque, para ellos, es como caminar: lo saben desde pequeños. E, incluso, más de uno es consciente de los riesgos y consecuencias de determinadas conductas… pero las realizan igualmente (sobre todo dependiendo de la edad), aunque sepan que no es del todo correcto. Pero, ¿acaso no es un comportamiento que también tenemos los adultos?

Las sesiones para adultos y para menores tratan, con diferente enfoque, de los mismos temas. Y veo que, algunos de los errores o, mejor dicho, imprudencias que cometen los menores vienen, en parte, de sus padres, madres, docentes o, en general, de cualquier adulto de referencia. Ellos, de forma consciente o inconsciente, nos copian y añaden sus propias particularidades.

Cuantas más sesiones realizo, más me convenzo de la necesidad de que adultos y menores estén conectados para tener una sociedad más cibersegura. Los padres, madres y docentes deben conocer el mundo de los menores para poder actuar como figuras de referencia y apoyo en caso de problemas.

Conclusiones

Estas primeras semanas de sesiones de concienciación en centros educativos de la Comunidad Valenciana han supuesto abandonar mi zona de confort. Pero no un viaje pequeñito, a la ciudad de al lado… ¡no! Más bien como si hubiera viajado interplanetariamente y hubiera aterrizado en Marte.

Nunca pensé que sería capaz de manejar a una multitud de niños sobreexcitados, emocionados y con la energía de dieciocho aceleradores de partículas. De hecho, pensaba que los niños no me iban a gustar.

Pero estaba equivocada. El trabajo con ellos me entretiene, me divierte y me permite desarrollar habilidades desconocidas en mí. Además, es útil para ambos, porque les ayudo a estar más ciberseguros y, por otro lado, a mí me instruye como profesional y como persona.

Porque ellos aprenden de mí, pero yo también aprendo de ellos.

Datos de viva voz: lo que se te escapa en público

A veces la brecha de seguridad eres tú, mejor dicho, lo que sueltas por esa boquita. Sin darnos cuenta revelamos datos muy privados en voz alta en lugares públicos, donde mucha gente puede escucharnos y hacer mal uso de ellos.

datos en voz alta

Es algo habitual: estás pagando en una tienda y en la caja te preguntan “¿Quieres el tique en papel o lo enviamos a tu móvil?”. De pronto te acuerdas del medio ambiente, pero no de tu privacidad, y dices tu número de viva voz. Toda la cola detrás de ti se entera de tu móvil y, de paso, de tu código postal, que te piden para “estadística”. ¿Te suena? Si te ha ocurrido algo parecido, es hora de cerrar la boca y no soltar prenda de tu información personal.

Datos a la fuga: momentos de riesgo

Preservar nuestros datos es un gran desafío. Cualquier excusa es buena para sacarnos información: desde una pregunta inocente “para estadísticas” hasta el gancho de un obsequio por tu cumpleaños. Muchas situaciones cotidianas te incitan a revelar más de lo aconsejable. En estos momentos, piensa antes de hablar:

  • En tiendas de todo tipo (ropa, supermercados, restaurantes, etc.), al pagar en la caja:
    • Te ofrecen una tarjeta de fidelización. Para crearla te preguntan datos personales (en voz alta). Quizás firmes un consentimiento en una pantalla, pero sin tiempo para leerlo.
    • Te preguntan si quieres el tique en papel o en tu móvil, y debes decir en voz alta tu número de móvil.
    • Te preguntan tu código postal a efectos “estadísticos”. Se puede inferir mucha información solo por ese dato: nivel de renta, tipo de barrio, riesgos…
  • Supermercados o comercios te piden nombre y dirección (en voz alta) para entregas a domicilio o sorteos. Cuidado si tienes que anotarlos en un papel y meterlos en una caja para un sorteo. No sabes qué harán con esa información.
  • En trámites presenciales con Administraciones Públicas debes decir datos personales, financieros, inmobiliarios, laborales, de salud, de tus familiares… en voz alta, en un espacio donde hay más personas.
  • En la recepción de centros sanitarios te preguntan “motivo de la visita”, y tienes que explicar en público tus síntomas. Deben preguntarlo porque lo establecen los protocolos de admisión. Responde sin alzar la voz o sigue el consejo 2 indicado más adelante.
  • Transportistas y repartidores: para identificar al receptor de un envío, el DNI debe VERLO el repartidor, pero no APUNTARLO, y pedirlo siempre en persona. Nunca digas tu DNI o tu nombre por el interfono. Hacerle una foto a tu DNI va contra la ley de protección de datos.
  • Tiendas en las que hacemos encargos (zapateros, costura, llaves, reparaciones) y nos piden datos personales para incluirlos en el resguardo de recogida, en presencia de más clientes.
  • Puntos de información o publicidad en medio de la calle, centros comerciales, supermercados, gimnasios, etc., donde ofrecen información/descuentos/regalos a cambio de tus datos y dicen “puedes darte de baja cuando quieras”. No piques.
  • Al inscribirte presencialmente en alguna actividad, además de dar tus datos, podrías decir en voz alta tu horario de la actividad, revelando en público tu ubicación a esa hora.
  • Mucho cuidado con los “ayudantes”: personas desconocidas que se te acercan para ayudarte a introducir tus datos en una pantalla, recordar tu contraseña, o explicarte algo que no entiendes. Cuanto más se acerquen, más pueden espiar.

Tu información, tus reglas

En boca cerrada no entran espías. Al revelar tus datos en público siempre puede haber alguien pendiente de lo que dices (shoulder surfing), para capturar la información y usarla en delitos de suplantación de identidad, llamadas engañosas o estafas en las que se hacen pasar por un familiar tuyo para pedirte dinero. Tampoco sabes qué harán las empresas a las que revelas tus datos: podrían venderlos a terceros y utilizarlos para fines que no has autorizado, como enviarte publicidad.

En España, el tratamiento de datos de carácter personal está regulado por la Ley Orgánica de Protección de Datos y garantía de los derechos digitales (LOPDGDD). Además, la Agencia Española de Protección de Datos tiene canales de consulta y reclamación para la ciudadanía.

Además de la ley, tu prudencia y sentido común son la primera línea de defensa. Protégete así:

  1. Silencio por respuesta: en las situaciones descritas, si no se trata de servicios esenciales (salud, trámites oficiales), puedes decir NO y negarte a dar información.
  2. Con antelación o al momento, escribe la información en una nota de móvil o una hoja de papel, y muéstrala solo a tu interlocutor.
  3. Mantén la distancia física de seguridad que puedas en colas, grupos o espacios reducidos donde te escuchen más personas, modera el volumen de voz y evita que se te acerquen extraños y te pregunten datos para “ayudarte”.
  4. Cuidado con tus conversaciones en lugares públicos (en persona y por teléfono): no hables en voz muy alta, no comentes temas de trabajo ni detalles privados, y nunca compartas información personal con extraños.

En tu privacidad mandas tú. La próxima vez que te pidan información privada en público, responde con otra pregunta: ¿Cuánto vas a pagarme por mis datos?

¿Conoces más momentos de datos a la fuga? ¿Cómo los proteges? Compártelo en comentarios.

¿Por qué no aparecen mis publicaciones en todos los muros de Facebook?

El origen de este artículo es la consulta realizada por una de nuestras lectoras a través del apartado Pregunta lo que quieras, concretamente fue esta su pregunta:

¿Por qué no aparecen mis publicaciones en el muro de Facebook de mi novio?

Parece que nuestra lectora ha constatado que en la sección de noticias del Facebook de su novio, también conocida como “muro”, no aparecen reflejadas sus publicaciones, las que ella misma realiza, siendo que ambos son ‘amigos’ en la red social.

No es la primera vez que nos llegan consultas acerca de la carencia de noticias de ciertos ‘amigos’ en el muro de Facebook, aunque a veces es justo al contrario.  Hay personas que preguntan cómo reducir el volumen de noticias de alguno amigos ya que no paran de publicar.

Quiero recibir más noticias de un determinado contacto

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¿Qué puedo hacer si creo que espían mi teléfono móvil?

Son frecuentes las consultas que nos hacen llegar nuestros lectores sobre el posible espionaje en sus propios teléfonos móviles. Nos preguntan a través de los comentarios de nuestro blog y por medio del formulario Pregunta lo que quieras y suelen contarnos historias relacionadas con los celos que, fundada o infundadamente, desembocan en situaciones de desconfianza y posible espionaje.

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Cómo pasar todas mis fotos de Facebook a Google Fotos

*Nota del editor – mayo/2020. Facebook ha creado una herramienta que permite hacer la exportación a Google Fotos directamente. Puedes leer este artículo donde explicamos cómo hacerlo.

Las redes sociales se ocupan hoy de mantener copias de todas nuestras fotos y se han convertido por ello en lugares donde podemos almacenar la mayoría de nuestros recuerdos.

Facebook contaba con una función en su aplicación móvil que permitía subir de forma automática a nuestro espacio privado todas las fotos y vídeos que fuéramos realizando. Pero hace ya unos meses que desactivaron esta posibilidad, sustituyendo la función por una aplicación móvil aparte, Moments.

Por otra parte, Google permite actualmente el almacenamiento de nuestras fotos y vídeos de forma ilimitada. Podemos subirlas a nuestro espacio privado tanto desde nuestro dispositivo móvil como desde un PC, como si se tratara de una copia de seguridad, solo que en “la nube”.

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El timo del coche en el extranjero sigue muy presente en los anuncios de Internet

Existe un timo generalizado en Internet que consiste en la supuesta venta de un coche que está en el extranjero y que nos pide dinero por adelantado para su envío. Las víctimas que confían en el vendedor finalmente quedan sin coche y sin todo el dinero que han decidido adelantar.

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¿Pueden ver mi historial de navegación en otro de mis dispositivos?

Hoy respondemos a una pregunta que nos hace uno de nuestros lectores a través de nuestra sección Pregunta lo que quieras.

Su duda es si alguien que utilice uno de sus dispositivos puntualmente puede llegar a saber por dónde ha navegado en Internet y las búsquedas que ha realizado desde otro de ellos. En concreto, en su caso, se refiere a la navegación mediante un ordenador y la posibilidad de ver esa información en un teléfono Android registrado con su misma cuenta Google.

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¿Permito que mi hijo de 10 años tenga un canal de YouTube?

Los padres de los que hoy conocemos como Hijos Digitales se hacen cada vez con más frecuencia preguntas similares a ésta. Y es que los niños son usuarios asiduos de los dispositivos conectados a Internet y dominan el uso de muchas de las redes sociales más extendidas, como YouTube, Instagram, Twitter o Facebook.

En este caso, la pregunta nos la realiza una lectora a través del formulario de nuestro blog “Pregunta lo que quieras” y su consulta es acerca de la posible creación de un canal de YouTube por su hijo de 10 años. Seguro que muchos padres y madres se sienten identificados con esta situación y se enfrentan a la misma inquietud.

¿Permito que mi hijo de 10 años tenga un canal de YouTube?

Los niños son consumidores natos de las últimas tecnologías, especialmente de los teléfonos y tabletas conectados a Internet. No hace falta siquiera que dispongan de un dispositivo propio, son capaces de aprender y dominar su uso incluso utilizando de forma esporádica los aparatos que toman prestados de sus padres.

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Las fotos que enviamos por whatsapp, ¿se quedan en la red?

A continuación exponemos una pregunta que nos ha llegado a través de uno de nuestros canales de consulta y que decidimos publicar por considerar que el tema es de interés para nuestros lectores:

Mi sobrina compartió fotos muy provocativas en mensajes de WhatsApp y le preocupa que sean utilizadas por alguien más ajeno al destinatario. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué pasa cuando esas imágenes se envían, solo llegan al destinatario o se quedan en la red?

SextingLo primero que podríamos afirmar es que su preocupación está fundada, el envío de imágenes y vídeos eróticos o pornográficos por cualquier tipo de mensajería online es actualmente el origen de muchos e importantes problemas, especialmente en los más jóvenes, aunque no exclusivo de estas edades.

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Vivir desquiciado por temor a que te espíen el móvil

Indudablemente los teléfonos móviles actuales son un gran invento permitiéndonos una cantidad de funciones que ni siquiera podríamos haber imaginado hace tan solo unos años.

Pero esta misma herramienta puede convertirse en algunos casos en un verdadero suplicio para algunas personas, como le ocurre a la protagonista de esta historia verídica. Así nos describe su caso:

Mi marido me revisa el móvil constantemente y es muy bueno en informática, en un minuto hace maravillas. Mi sistema operativo es android.

Estamos en pleno proceso de divorcio pero aun así convivimos por necesidad, y yo chateo por WhatsApp con muchas amigas, con psicólogos y con abogados y no quiero que lea esas conversaciones jamás.

Aunque borre el chat, eliminándolo directamente, ¿puede restaurar esas conversaciones, no importa cuánto tiempo haya transcurrido desde que las escribí?

¿Si me las envío por correo electrónico, porque quiero revisarlas – las del abogado por lo menos – queda almacenado dicho envío en el móvil aunque borre el chat después de enviármelo? ¿Cuánto tiempo? ¿Lo puedo evitar?

Si hago copias de seguridad manuales cada vez que borro esos chats, ¿son recuperables?

Vivo desquiciada.

Muchas gracias.

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