Cuando un joven de hoy en día ve a una parejita de ancianos cogidos de la mano paseando tranquilamente por el parque esta suele ser su reacción: “Míralos qué monos, en estos tiempos es como si no existiera el amor”. Y es que es cierto que, dejando aparte el tema de que a día de hoy la mujer es independiente y el divorcio parece haberse convertido en un simple trámite, lo cierto es que actualmente las parejas duran mucho menos y se está volviendo mucho más sencillo “renovar” la situación sentimental. ¿Será causa de la evolución de la raza, que nos estará haciendo cambiar? O… ¿Tendrán algo que ver las relaciones sociales que nosotros mismos hemos creado?
Está claro que atrás quedaron las cartas con perfume, el libro con la flor el día de Sant Jordi y las llamadas desde las cabinas telefónicas. Hay que renovarse, sí, pero… ¿Hasta qué punto? El WhatsApp y el Facebook facilitan mucho el inicio de una relación: Conversaciones eternas hasta la madrugada, notas de voz y sonrisas tontorronas al otro lado de la pantalla. No obstante, muchas veces pueden poner punto y aparte, o incluso punto y final.
“Vaya por dios, mi novio estaba conectado dos horas después de decirme buenas noches, a saber con quién hablaría”.

Fotos de gente en Punta Cana, en el puente del amor de París, en playas paradisiacas y en restaurantes con encanto. Qué cansados estamos de verlas y qué envidia nos suele dar. A más de uno nos gustaría pasarnos el verano dando la vuelta al mundo probando manjares exóticos y viviendo experiencias que parecen ser irrepetibles. Muchas publicaciones vemos en las redes sociales, sí, pero… ¿Tenemos la certeza de que son verdad? Lo cierto es, que hay hoy en día demasiadas diría yo, maneras de distorsionar la realidad.

Se acabó el comprar invitaciones en los chinos o los 20 duros, el hacer que tu madre te ayude a poner los nombres individuales de tus mejores amigos e, incluso, el elegir a quién invitas. Ahora en la organización de fiestas y, sobre todo de cumpleaños, las redes sociales se convierten en uno de los principales protagonistas.
Existe una situación bastante conflictiva, bastante extraña que hace a los adolescentes pegar un grito, poner cara de asombro o incluso, saltar de la silla: Abrir tu tuenti, encontrarte con una petición de amistad y, para tu asombro, encontrarte con que tu padre, o tu madre, quiere ser tu amigo. La primera reacción de una adolescente es de asombro: Facebook vale, pero tuenti, ¿Para qué querrá mi padre tener tuenti?. Tras las cuestiones, llegan las suposiciones más frecuentes: A ver si se lo ha hecho para vigilarme, o para ver qué hago yo en cada momento. Y por último la gran pregunta final, que no es cuestionarse si se le acepta o no, si no decidir cómo se le explica a un padre que no lo quieres en tu lista de contactos. 

