La descarga de aplicaciones en nuestro smartphone o tablet es algo que empezamos a hacer en cuanto lo estrenamos. Las respectivas compañías de los distintos sistemas operativos nos proporcionan su “tienda virtual” donde acceder cómodamente desde nuestro terminal y descargar todo tipo de aplicaciones y juegos.

Muchas de estas aplicaciones son gratuitas y solo con ellas podemos encontrar cubierta casi cualquier utilidad que se nos ocurra. No obstante, las mejores y más completas son de pago y aunque podemos descargar versiones de prueba gratuitas, si queremos disfrutar de todas sus funciones deberemos pagar algunos euros.
Aunque las cantidades de dinero que nos piden son normalmente bajas, pudiendo encontrar muchas y buenas aplicaciones en el rango de 1 a 5 euros, muchos propietarios de smartphones deciden probar otros “lugares de descarga” donde se pueden encontrar estas mismas aplicaciones de pago pero modificadas y desde allí instalarlas sin pasar por caja.
Es una actividad que, además de ser ilegal, resulta francamente arriesgada para nuestra privacidad y muy a menudo para nuestra economía. El hecho de intentar ahorrarnos unos eurillos descargando gratuitamente alguna aplicación interesante, puede provocarnos problemas importantes al dejar al descubierto nuestros datos personales e incluso facilitar a los cibercriminales un acceso total a nuestro dispositivo.


En 1971 apareció el primer virus. Se llamaba “Creeper”, apareció cuando estaba funcionando ARPANET, que era básicamente el principio de INTERNET, pero ARPANET se utilizaba desde el Gobierno de Estados Unidos para conectarse entre si y funcionar dentro de un circulo cerrado, pero con las “puertas traseras” abiertas. El virus solamente decía “sígueme y búscame”. Simplemente saltaba de sistema a sistema.



Continuando con el
Android ha implementado diversos mecanismos para garantizar la seguridad de su sistema operativo. Por ejemplo, Android obliga a que las aplicaciones deban estar firmadas digitalmente y que los desarrolladores compartan el certificado con Google para que puedan publicar la aplicación en el Market. También incorpora un mecanismo para aislar las diferentes aplicaciones entre ellas, evitando así que una aplicación pueda obtener datos de otra. Esto ocurre gracias al sistema de permisos por el cual, solo se puede acceder a los recursos que explícitamente se requieran.
